¿Alguna
vez han reflexionado sobre algunos comportamientos de las madres?...
Son
casi todas iguales, parece que estuvieran codificadas o que, junto
con el bebé les diesen un manual de “comportamiento para madres”.
¿A
qué hijo no le ha pasado que, estando tan tranquilamente junto a su
madre, simplemente viendo televisión o hablando y, de repente, la ve
que se le queda mirando, fijamente, a un punto de la cara, como
hipnotizada, con los ojos abiertos como platos y, sin pensarlo
levanta sus manos con sus dedos preparados como pinzas, en dirección
a ese grano de la mejilla con intención de estrujarlo...? Y por
mucho que te quieras escapar no hay forma, te termina convenciendo de
su necesidad de quitarte el grano...
Otra
habilidad digna de destacar de las madres es su particular manera de
mostrarte su enfado: se colocan frente a ti, desafiante, como un
vaquero a punto de desenfundar el arma; comienzan con un “¿qué te
crees tú? ¿te parece bonito? Pues a mi no...”y continúa hablando
pero tú ya solo ves como abre y cierra su boca y como mueve sus
manos. Es como si de pronto creciera, como si se estirase. A medida
que aumenta la intensidad de su enfado ella se hace grande y tú cada
vez te sientes más pequeño, más enano a su lado ¡Y atrévete a
protestar!
Además
poseen la particularidad de ser videntes. Son grandes adivinadoras,
¿se han fijado que cuando te advierten dos veces seguidas que te vas
a caer te terminas cayendo? Ellas lo saben todo y si no, lo adivinan.
Lo
mismo pasa cuando a tu padre le dice: “¡verás como esta noche vas
a dormir en el sofá! Y efectivamente, ¡por la noche termina
durmiendo en el sofá!
Las
madres tienen sus propios accesorios (al igual que las Barbies) pero
en expresiones, son “la palabra de madre”. Verás, tu madre te
escucha atentamente y cuando te has desahogado y te ha consolado te
repite para sentenciar sus tres expresiones favoritas y que todos
hemos escuchado en más de una ocasión: ¡Lo ves! ¡Te lo dije! ¡Si
me hubieras hecho caso!
Y
cuando estás enfermo, ¡hay qué ver como nos miman! ¿Se han fijado
que cuando nos hacen el zumo de naranja siempre nos meten prisa para
tragar...? Si, nos apuran: ¡Tómatelo rápido que se le van las
vitaminas! Y aunque te ahogues bebiendo no importa porque te imaginas
a todas esas vitaminas escapando del vaso ¡te lo tienes que beber
rápido porque se le van las vitaminas!
Y si
vamos a salir a la calle y ella tiene frío, nos recuerda una y otra
vez, mientras nos persigue hasta la puerta, que nos llevemos el
abrigo para la vuelta, no sea que nos dé frío...
Y
claro, ¿cómo no hacerle caso si adivinó que nos íbamos a caer y
que nuestro padre dormiría en el sofá? Pues mejor nos llevamos la
chaqueta que ellas lo saben todo...
En
fin ¡qué sería de nosotros sin nuestras madres!
¡Muchas
Gracias!
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