jueves, 2 de agosto de 2018

El Gimnasio


Hola a todxs no quiero empezar mi monólogo como la mayoría de monologistas que empiezan diciendo aquello de ¿no sé si se han fijado o no sé si se han dado cuenta? Y acto seguido comienzan el monólogo, por cierto no sé si se han dado cuenta de esto.

Hoy voy a hablarles del gimnasio. Si, ese lugar tan solicitado e incluido en los propósitos de Año Nuevo.

Muchos/as se preguntarán, Riki ¿por qué vas a hablar del gimnasio si a ti no te hace falta…? Ya lo sé... ¡me hace mucha falta!
Si me probé la ropa del verano pasado y lo único que me sirven son las cholas… ¡Todo se me cae!

Un gimnasio es como un parque, cuenta con infinidad de aparatos para que desarrolles tu masa muscular.
Mi motivación para ir al gimnasio se resume en dos palabras: ponerme cachas. Al menos intentarlo.
En fin, que quería que esos abdominales que están en mi interior vencieran la vergüenza y salieran a ver mundo.
Y yo me pregunto: qué necesidad… qué necesidad de estar con ese sufrimiento (hacer gestos de musculitos? ¿Tanto esfuerzo sólo para tener una tableta? Si ya algunos tenemos un bombón…

Otra cosas, ¡Cuánto postureo en los gimnasios! Bueno, Gym, la palabra es “GYM”, ¡Y tantas series de los mismos movimientos, ¡por favor!
El otro día mientras hacía un ejercicio un chico se me acerco y me dijo ¿Cuántas series te quedan? A lo que respondí: 4, The Walking dead, Juego de Tronos, Las chicas del cable y Roma.

En resumen, que algunos van al gimnasio a sudar y otros sin hacer nada ya salimos sudando. Algunos, como yo, nos bastaría con desarrollar la cara y esconder las vergüenzas. Mientras que otros, a medida que le crecen los músculos de las piernas se van quedando sin espacio para aquello que se vuelve pequeñito, algo pequeñito, algo chiquitito…

En resumen, que algunos van al gimnasio a sudar y otros, sin hacer nada, ya salimos sudando, como aquella vez en que una chica se me acercó y me pidió que la ayudara en el entrenamiento… y fue tal la prisa que me di que casi me dejo hasta la mochila. ¡Salí por la puerta y casi no vuelvo!

Qué exagerado!!
Claro que volví, meses después, cuando volví a proponérmelo como deseo de Año Nuevo