Hola a todxs no quiero empezar mi monólogo como la mayoría de monologistas que
empiezan diciendo aquello de ¿no sé si se han fijado o no sé si se
han dado cuenta? Y acto seguido comienzan el monólogo, por cierto no
sé si se han dado cuenta de esto.
Hoy voy a hablarles del
gimnasio. Si, ese lugar tan solicitado e incluido en los propósitos
de Año Nuevo.
Muchos/as se preguntarán,
Riki ¿por qué vas a hablar del gimnasio si a ti no te hace falta…?
Ya lo sé... ¡me hace mucha falta!
Si me probé la ropa del
verano pasado y lo único que me sirven son las cholas… ¡Todo se
me cae!
Un gimnasio es como un
parque, cuenta con infinidad de aparatos para que desarrolles tu
masa muscular.
Mi motivación para ir al
gimnasio se resume en dos palabras: ponerme cachas. Al menos
intentarlo.
En fin, que quería que
esos abdominales que están en mi interior vencieran la vergüenza y
salieran a ver mundo.
Y yo me pregunto: qué
necesidad… qué necesidad de estar con ese sufrimiento (hacer
gestos de musculitos? ¿Tanto esfuerzo sólo para tener una tableta?
Si ya algunos tenemos un bombón…
Otra cosas, ¡Cuánto
postureo en los gimnasios! Bueno, Gym, la palabra es “GYM”, ¡Y
tantas series de los mismos movimientos, ¡por favor!
El otro día mientras
hacía un ejercicio un chico se me acerco y me dijo ¿Cuántas series
te quedan? A lo que respondí: 4, The Walking dead, Juego de Tronos,
Las chicas del cable y Roma.
En resumen, que algunos
van al gimnasio a sudar y otros sin hacer nada ya salimos sudando.
Algunos, como yo, nos bastaría con desarrollar la cara y esconder
las vergüenzas. Mientras que otros, a medida que le crecen los
músculos de las piernas se van quedando sin espacio para aquello
que se vuelve pequeñito, algo pequeñito, algo chiquitito…
En resumen, que algunos
van al gimnasio a sudar y otros, sin hacer nada, ya salimos sudando,
como aquella vez en que una chica se me acercó y me pidió que la
ayudara en el entrenamiento… y fue tal la prisa que me di que casi
me dejo hasta la mochila. ¡Salí por la puerta y casi no vuelvo!
Qué exagerado!!
Claro que volví, meses
después, cuando volví a proponérmelo como deseo de Año Nuevo